La palabra crisis no le resulta ajena a ninguna, y sin embargo, muchas veces nos quedamos con el aspecto negativo del concepto y no nos detenemos en las oportunidades que nos trae, tanto a nivel individual como colectivo.
Hoy estamos atravesando como país distintas crisis – al menos una a nivel global con el covid 19 y otra a nivel nacional desde octubre del año pasado – y no es raro que nos sintamos sobrecogidas. Por eso mismo, las quiero invitar a darle una vuelta a esta palabra que involucra tanto más que un momento de dificultad, y así aprovechar las infinitas posibilidades que acarrea.
Las crisis son elementos naturales dentro del desarrollo. Por un lado, tenemos la noción de evolución como algo suave, fluido y que simplemente ocurre, y por otro, la tendencia del ser humano a buscar conocer, predecir y controlar su medio. A partir de esta dicotomía, se puede entender que nuestra tendencia natural puede generar rigidización en el proceso de evolución, estancándola. Es en estos momentos donde es normal que sobrevengan crisis, como una manera de romper con el estancamiento y permitir que la persona se siga desarrollando.
Esto no quiere decir que las crisis sean fáciles, al contrario, al producir un quiebre en lo conocido generan angustia y una serie de emociones que nos desestabilizan. Una vez que vemos que los caminos que normalmente tomamos para resolver nuestros conflictos ya no nos sirven y nos enfrentamos a la incertidumbre, nos puede invadir la frustración e impotencia. Tendemos, por naturaleza a buscar la estabilidad y la certidumbre, aferrándonos a lo conocido, y una crisis es un lugar de incomodidad. Lo que no podemos olvidar, es que ellas nos ofrecen una tremenda oportunidad para crecer. Subir un peldaño significa pasar por un segundo de inestabilidad, con un pie apoyado sobre el suelo y el otro en el aire, ¿no es así? Sin embargo, sólo así podemos subir la escalera.
No es casualidad lo que se dice respecto a que la solución de un problema nunca está al mismo nivel del problema, sino que hay que elevarse por sobre el nivel que se plantea, lo que permite tomar perspectiva y pensar de manera diferente, creativa.
Básicamente, las crisis son normales en la medida en que nos ayudan a solucionar situaciones cotidianas en nuestro proceso de evolucionar, de cambiar, de movernos hacia delante. Como sociedad también pasamos por diferentes crisis.
Las dos principales crisis que estamos atravesando hoy en Chile nos está afectando desde hace un tiempo, y es esperable que así sea. Aunque ambas crisis son de naturaleza diferente – una a nivel global y en forma de epidemia, y la otra a nivel nacional y acarreando temáticas sociales, económicas y políticas- tienen en común el hecho de que presentan realidades que se escapan de nuestro control, exponiendo nuestra vulnerabilidad en muchos niveles.
Ya hablamos de las emociones de impotencia y frustración, pero también es natural sentir en distintos momentos sorpresa, desconcierto, confusión, miedo e incluso rabia. A esto se suma muchas veces la dificultad para poder reconocer lo que sentimos y por lo que estamos pasando, lo que puede generarnos una angustia que puede ser muy potente e imposibilitante.
Por esto mismo, es muy importante que en tiempos de crisis estemos atentas a nuestros sentimientos, a qué estímulo nos produce qué emoción, ya que saber lo que siento me ayuda a ver qué es lo que me está quedando corto en la manera en que solía hacer las cosas, y qué es lo que tengo que aspirar a mejorar.
Así es como las crisis nos llaman a evolucionar, mostrándonos que tiene que haber un cambio de mirada, de paradigma, porque lo que pensábamos o hacíamos antes ya no nos sirve. ¡Es un llamado al cambio!
Las oportunidades que nos entregan las crisis son infinitas, y es por eso que no debemos tenerles miedo, sino mirarlas con respeto y cariño, para poder aprovecharlas y sacar lo mejor de ellas. Cuando se rompe un huevo, su contenido queda expuesto, ¿cierto? Si hacemos el paralelo con el concepto de crisis a un nivel personal y social, pueden haber respuestas emocionales bruscas o desequilibradas que corresponden a la ruptura, pero también está la posibilidad, bastante literal, de abrirse, de exponerse y de tornarse más receptiva, observante de lo que pasa fuera y de las distintas vías para solucionar cualquiera sea el conflicto. Además, se libera todo aquello que estaba embotellado, y así soltamos emociones, rabias, tensiones y energías guardadas y que ya no nos nutren.
Junto con todo esto nace de forma natural la necesidad de compartir con otros, de buscar contención mutua, de generar relaciones, vínculos. ¡Estas son tremendas oportunidades! Si pensamos en la cuarentena, de manera muy concreta estamos experimentando la oportunidad de vivir nuevas experiencias en lo más cotidiano con el otro, con la familia, la pareja y los hijos que nos permite conocernos realmente y que nos entrega además la posibilidad de conocernos mejor a nosotros mismos.
En China, la palabra crisis se escribe con dos ideogramas: el de peligro y el de oportunidad. Son dos caras de la misma moneda, inseparables entre sí. Así mismo, debemos dejar de ver las crisis como momentos únicamente negativos, y reconocer en ellas su naturaleza de posibilidad infinita.
Sin estos momentos, la vida carecería de desafíos, sería absolutamente plana y nos quedaríamos en lo conocido y cómodo dejando pasar las oportunidades de desarrollo que se nos presentan – a veces de manera abrupta-. Las crisis nos abren muchas puertas, y depende de nosotros cuál es la que queremos cruzar, por lo que es importante tomar una posición y saber qué hacer con nuestro tiempo en estos momentos tan importantes.
Puede que a muchas nos pase que al escuchar la indicación de quedarse en casa, nos imaginamos un sinfín de actividades, de pendientes y tengamos una extraña y reconfortante sensación de liberación, pero la verdad es que en la práctica hacemos muy pocas de esas cosas que nos habíamos propuesto. En este sentido, esta crisis que atravesamos nos plantea un desafío no trivial de preguntarnos realmente qué queremos hacer con nuestro tiempo.
Es sumamente importante detenernos en que aprovechar el tiempo no implica hacer cosas. Más bien tiene que ver con adoptar una postura bastante en la línea del mindfulness, por así decirlo, de estar presente, de percibir, de sentir, de darse espacio para lo que realmente queremos hacer.
El psicoanalista Eric Berne dice que dentro de las cosas fundamentales de la vida del ser humano está la manera en que estructura su tiempo. Así, o lo hacemos funcionar para cada una de nosotras y lo usamos a nuestro favor, o lo sentimos como una restricción, un yugo. Por eso es que este tema no es trivial, en la estructuración de nuestro tiempo se juega la estructura de nuestra vida. ¿Qué mejor que acostarnos en la noche sintiendo que fue un día bien aprovechado, un buen día?
Tomemos este tiempo como lo que es, un momento de quiebre, de incertidumbre, de frustración, pero también de esperanza, de vida, de espacio para reformular y reformularnos. Démosle la vuelta a las crisis.
DÉMOSLE LA VUELTA A LA CRISIS, UNA OPORTUNIDAD PARA CRECER
En días difíciles y de alta incertidumbre es muy fácil ponernos ansiosas y con justa razón. No sabemos qué ocurrirá y además estamos expuestas a muchísima información.
Tranquila, es absolutamente normal y queremos ayudarte con algunos tips que puedan servirte para mantener la calma.
1.- Mantén una actitud positiva
Lo más importante es tomar una actitud positiva frente a lo que está ocurriendo y restacar lo bueno. Entender que la situación actual es pasajera y que si nos mantenemos calmadas las cosas irán fluyendo.
Existen aplicaciones de mindfulness para nuestros teléfonos que nos pueden servir como un SOS en caso de sentirnos muy agobiadas. Una que he probado y es muy buena se llama Headspace, la cual permite tomar algunas sesiones de prueba y también tiene IGTV gratis en Instagram.
2.- Genera una rutina
Entre tanta información y estrés a veces nos cuesta saber por dónde empezar. Te aconsejo tomar una hoja y ordenar tus tareas según prioridad, agregando primero lo que es más importante y urgente, e ir generando un itinerario para el día y la semana que tenga sus horarios y tareas asignadas. A veces sirve mucho ir, literalmente, haciendo check a cada tarea a medida que la vas completando e ir viendo como avanzas.
También recomiendo incorporar en tu rutina espacios de relajo y autocuidado, como tomar tu té favorito, ver una serie o llamar a una amiga.
3.- Mantente activa
Una forma muy conocida para liberar tensiones es hacer ejercicio.
Este fin de semana han surgido un montón de iniciativas para tomar clases deportivas online, como por ejemplo @iliveko en Instagram que sube algunas rutinas por IGTV y también las clases de la aplicación The Sculpt Society que entrega 14 días de prueba gratis.
4.- Busca redes de apoyo
Ocupa la tecnología que tienes a mano para escribir o llamar a tus familiares o amigos, sirve mucho conectarnos y apoyarnos mutuamente.
También recuerda que es importante pedir ayuda si sientes que lo necesitas.
5.- No te sobre informes
En la era digital estamos bombardeadas de información, desde grupos de Whatsapp, Twitter, Instagram e incluso memes llenándonos de contenido acerca del Coronavirus.
Está bien desconectarte y si necesitas silenciar las cuentas, recuerda que puedes apagar las notificaciones de tu teléfono.
¿Qué te parecen estos consejos? ¿Tienes algún otro que quieras compartir con nosotras?
5 CONSEJOS DE AUTOCUIDADO EN MOMENTOS DE INCERTIDUMBRE
Karina Pérez es directora asociada de Robert Half, empresa especializada en reclutamiento y selección de personal, además de contar con una amplia experiencia como consultora en cambio organizacional, procesos de negocio y otras diversas temáticas laborales.
En este post nos entrega 5 consejos para retomar el trabajo después de las vacaciones, sin colapsar en el intento.
Se acerca marzo y con él una serie de actividades que demandarán más tiempo, energía y cambios en la agenda diaria marcada por el relajo de vacaciones. Para enfrentar mejor este mes, comparto algunas recomendaciones que pueden ayudarnos:
Un primer consejo es planificar el día y la semana de retorno. Ello, porque en las vacaciones suele haber un cambio de rutina, con horarios más relajados. Por lo tanto, es muy importante asumir que el horario se va extender y que se viene un ritmo más intenso. Marzo suele ser un mes bastante activo y exigente en términos laborales. Entonces, organizarnos bien ayudará a disminuir la ansiedad y evitar un estrés mayor post vacaciones.
Una segunda recomendación es tomarse el tiempo para reconectarse con las personas y darse el espacio para conversaciones amenas con los compañeros de trabajo. Comentar sobre las vacaciones, las experiencias, anécdotas, lecturas, etc., genera conexiones con quienes trabajamos y contribuye a mejorar el ambiente. Así se hará más llevadero el retorno a la rutina laboral.
El tercer punto a tener en cuenta es crear una rutina que permita equilibrar la vida familiar y el trabajo. Especialmente porque en muchos casos junto con el retorno al trabajo se retoman estudios y, por lo tanto, la jornada puede extenderse hasta la noche. En este sentido, contar con una rutina -y compartiendo responsabilidades- que permita cumplir ordenadamente con actividades cotidianas, como llevar a los hijos al colegio y atender otras necesidades domésticas, es clave para no quedar atrapadas por la agenda y colapsar en marzo.
Como cuarto consejo creo que es importante replantearse el año. Ello, porque se suelen hacer muchos planes en lo personal y profesional, en enero cuando comienza el año en lo formal. Así, solemos trazar objetivos y plantearnos metas para el año que inicia, pero tras el descanso de las vacaciones es bueno revisar esos planes y evaluarlos con una nueva perspectiva. Es posible que surjan nuevas metas, se agreguen objetivos o se cambien algunos. En este sentido, marzo también representa una oportunidad para impulsar algunos proyectos.
La última recomendación, pero no menos importante, es comer sano y hacer ejercicio físico. Esta es una vía para mantener el equilibrio, disminuir el estrés, enfrentar mejor la nueva rutina y compensar los “desarreglos” que se suelen hacer en vacaciones. No se trata de hacer dieta y volvernos deportistas, pero sí de comer más saludablemente e incorporar el ejercicio como parte de la rutina diaria. Así podremos contar con más energía para enfrentar los retos asociados a marzo.
En esta columna que escribí para Revista Paula les hablé sobre la definición de objetivos en base a lo que me hace crecer y aporta a mi misión personal, y luego, cómo hay que manejar los objetivos, dividiéndolos en acciones inmediatas. Si hago ese trabajo es un gran paso ¡pero es sólo el comienzo! El desafío ahora es cómo llevo eso a la realidad y cómo se traduce en mi día a día.
¿Les ha pasado que sienten que el día pasó y que no hicieron nada? ¿Que no avanzaron en esos pendientes que tenían en mente? ¿O que no saben por qué tarea empezar o a que darle prioridad?
Esto pasa por dos grandes problemas:
Primero por las interrupciones, pueden ser un café, una pregunta de alguien que trabaja contigo, que quieres cambiar la música, que se nos olvidó el vaso de agua, entre miles de otras interrupciones externas o algunas que nosotras mismas buscamos.
Y segundo porque nos creemos multitasking, pero NO. Así es queridas mías, nos juramos súper multitasking y que podemos tener abierto el mail, completar nuestro cuaderno con los pendientes del día, hacer un pago del banco, leer el último post de nuestro blog favorito, ver las ofertas del cyber, además de responder un whatsapp y comentar la foto de Instagram de una amiga.
Para que no nos pase esto y podamos ser eficientes con nuestro tiempo escaso y único, les tengo 3 tips que he probado y no fallan.
1.- Técnica de Pomodoro: Ésta es mi favorita, y en este minuto para escribir esta columna la estoy haciendo. Se usa un cronómetro (celular) para dividir el tiempo en intervalos indivisibles, llamados pomodoros de 25 minutos de actividad, seguidos de 5 minutos de descanso.
La clave es que en esos 25 minutos se haga sólo el trabajo, no se aceptan distracciones. Después tendremos 5 minutos para sacar la vuelta, ver el teléfono o hacernos un té.
El beneficio es que las pausas frecuentes son capaces de mejorar la agilidad mental y se enfoca en disminuir las interrupciones.
2. Calendarizar bloques de tiempo: Este también es mi favorito.
Se trata de priorizar y calendarizar tareas. Para eso tienes que establecer cuáles son los trabajos más importantes, esos que te ayudan a avanzar de manera concreta. Luego, en tu calendario, bloquea un espacio de tiempo en tu horario que para ti va a ser SAGRADO y que te va a ayudar a hacer ese trabajo importante. Así nos obligamos a hacer tareas que muchas veces no concretamos o que no nos damos el espacio para hacerlas.
3.- Buscar un mentor: Esta es muy enriquecedora y necesaria, es la más “cualitativa” pero igual de importante que las otras.
Busca a alguien: puede ser una amiga, otra emprendedora, un asesor, una persona que admires profesionalmente para que te acompañe y guíe a cumplir tus tareas y objetivos. Es alguien que revise lo que hacemos, que nos de señales y una mirada externa.
Para esto se puede contratar a alguien, pero también te puedes juntar con otro emprendedor y así se mentorean mutuamente. Una vez al mes, se juntan para analizar sus trabajos. Ayuda a cumplir las metas, a tener una mirada externa y a hacer comunidad.
Ahora, ¡manos a la obra! La planificación es algo personal y que debemos adaptar a nuestras necesidades. Una vez que lo logren se van a impresionar lo productivas que pueden ser y lo bien que pueden avanzar en sus proyectos, ideas y trabajo.