Quizás trabajas en una empresa, pero en tu cabeza solo hay espacio para ese emprendimiento que sueñas tener pero no te animas a llevar a cabo. Las razones pueden ser muchas, y te entendemos. El camino del emprendimiento no es fácil, y muchas veces, dejar la estabilidad de un trabajo de oficina puede ser difícil.
Sin embargo, hay muchas quienes se han atrevido, y hoy conversamos con 3 de ellas. ¿Quieres conocer su historia? ¡Sigue leyendo!
Ann Ramos, en plena pandemia, se vio encerrada en su casa sin poder trabajar como Directora de Arte. Solo por diversión retomó las manualidades, lo que se transformó en Frágil: su marca de velas y cerámica inspirada en la decoración de interiores de los años 70. “Cuando tuve mis primeras velas mi círculo más cercano me animó a venderlas. Frágil nació sin querer”, cuenta Ann.
Para Ann, lo más difícil del proceso de la creación de su marca fue la confianza y lo económico, dos temas que con el tiempo ha sabido llevar. “El síndrome del impostor siempre está presente. Lo segundo es la inestabilidad económica que conlleva emprender, tus ingresos ya no serán estables por un largo tiempo”, confiesa. Sin embargo, aunque Ann pensaba que no tenía carácter para tener su propia marca, creó redes con emprendimientos que le gustaban y se apoyó en sus pares. “Si es posible, también aconsejo tener otra forma de ingreso económico para que tu proyecto pueda crecer orgánicamente y disfrutar de cada etapa”, agrega.
Otra mujer emprendedora apasionada por las manualidades es Ivo Chacana, viñamarina y profesora en Artes Visuales. “Al egresar encontré un trabajo en una empresa gráfica, donde seguí aprendiendo para tener más habilidades. A pesar de que me gustaba mi trabajo, las condiciones laborales eran demasiado precarias y empecé a pasarla mal, por lo que al tiempo renuncié y comenzó mi trabajo como independiente”, cuenta.
Su marca La Hacedora nace en 2015, luego de aprender la técnica de manera autodidacta, en distintos cursos y talleres. “Al principio pasé por otros emprendimientos que no funcionaron o no me llenaron lo suficiente”, confiesa Ivo.
La historia de Ivo demuestra que las ideas se van transformando, que quizás una primera idea puede terminar en otra completamente diferente. Es un proceso de riesgo que tiene sus dificultades, pero que sin duda valió la pena. “Lo más importante es la perseverancia, que siempre da frutos. También, aprender a escuchar tus necesidades para no exigirte más de lo que eres capaz de dar, y buscar tu propia manera de trabajar” aconseja Ivo.
Por último, conversamos con Romina Díaz, periodista que dejó su trabajo de oficina para desafiarse a sí misma ante una situación que venía pensando hace muchos años: emprender para romper lo establecido y convertirse en catsitter (cuidadora de gatos). “No me convencía la idea de continuar, después de 7 u 8 años, en la misma metodología de tener un horario establecido y una rutina muy similar de lunes a viernes. Eso siempre me ha causado cierto dilema; no me deja tranquila esa normalidad”, dice Romina.
Al igual que Ann, para Romina fue difícil tomar la decisión porque no sabía si le iba a resultar o no, además de que todos los ingresos dependían de ella y de nadie más. ”En el proceso es difícil darse cuenta de que hay muchos beneficios del trabajo tradicional a los cuales ya no se tiene acceso: ya no más las mismas condiciones en la salud, beneficios sociales, ahorros, etc.”, confiesa.
“En resumen, todo se vuelve tremendamente incierto, pero creo que realmente eso es posible amortiguarlo cuando pongo las cosas en la balanza y veo que prefiero mi libertad de horarios y mi estabilidad emocional antes que estar amarrada a una empresa sólo porque me da bonos o capacidad para pagar una isapre, por dar un ejemplo”, agrega.
Algunas de las preguntas que se planteó Romina fueron: “¿Qué pesa más en mi balanza?, ¿mi tranquilidad mental y la lucha por algo que después puede convertirse en algo grande o ir a hacerme un tratamiento a la peluquería todos los meses?”, ríe. “Emprender requiere algunas restricciones al inicio, así que hay que tener valentía, pienso, para privarse de ciertos gastos”, cuenta.
“Si crees profundamente en que tu idea es buena, solamente falta dar el paso siguiente: ¡no se acabará el mundo si todo sale mal! Lo peor que puede pasar, es que vuelvas a buscar trabajo tradicional y ya está, lo intentaste y eso es ultra ganar, de por vida”, concluye Romina.