Entrevista: El Síndrome del Impostor con Karin Schlutz

Entrevista: El Síndrome del Impostor con Karin Schlutz

¿Alguna vez sentiste que no merecías tus logros? ¿Que en cualquier momento alguien iba a descubrir que "no eres tan capaz como pareces"? Esa sensación tiene nombre: Síndrome del Impostor.

Karin Schultz, Psicóloga coach trainer experta en Programación Neurolingüística (PNL), nos explicará sobre este fenómeno que, aunque no es un trastorno clínico, afecta a muchísimas personas —a veces en silencio— y les impide reconocer su propio valor. 

 

¿Y si no es que no eres suficiente… sino que aprendiste a dudar de ti?

Aunque tengas logros, títulos, reconocimientos… ¿te pasa que sientes que no alcanza? ¿Que todo fue suerte, que cualquiera en tu lugar lo haría mejor”? Esa sensación tiene nombre. Y no, no es un trastorno. Tampoco es debilidad.

Desde la Programación Neurolingüística, entendemos que es un patrón mental aprendido. Un mapa interno que nos aleja de nuestra verdadera percepción de valor. Pero como todo mapa, se puede redibujar.


¿Qué es exactamente el síndrome del impostor? ¿Es un trastorno clínico reconocido o más bien un patrón psicológico?


No es una enfermedad ni un diagnóstico clínico. Es un patrón mental aprendido, una voz interna que pone en duda tus logros y activa la sensación de que en cualquier momento, alguien descubrirá que no estás a la altura.

"El síndrome del impostor", fue descrito en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Y desde la PNL lo entendemos como un mapa mental distorsionado, una representación subjetiva que te aleja de tu esencia.

La buena noticia es que todo mapa puede modificarse y ninguna narrativa interna es definitiva si decidimos reprogramarla.

 

¿Cuáles son los síntomas o señales para reconocerlo?

No siempre se presenta con la frase explícita "no soy suficiente". A veces llega en silencio, en la incomodidad al recibir elogios, en el perfeccionismo, en la necesidad constante de validación externa.

Algunas señales más comunes son pensamientos del tipo: "No soy tan bueno como creen", "Fue solo suerte", "Cualquiera podría hacerlo" y si ponemos foco en el cuerpo, son posturas corporales cerradas, voz temblorosa, mirada esquiva al tener que hablar de sí mimo o de los propios logros.

En PNL trabajamos con la conexión cuerpo-mente, porque el cuerpo muchas veces expresa lo que la mente aún no se atreve a decir. Escuchar al cuerpo es un acto de reconexión. 

Nadie nace dudando de sí. Esa inseguridad se aprende y comienza cuando asociamos nuestro valor con el rendimiento o la aprobación externa. Frases como "puedes ser el mejor" o "no puedes fallar" quedan ancladas como verdades. Desde ahí, muchas veces dejamos de vivir desde quienes somos  y empezamos a actuar un personaje para ser aceptados.

 

¿Se manifiesta de igual manera en hombres y mujeres?

Afecta a todas las personas, pero los mandatos sociales lo colorean de forma diferente. En mujeres, suele expresarse como perfeccionismo, miedo a ser juzgadas o la necesidad de demostrar que son suficientemente capaces y en  hombres, aparece como sobrecompensación, autoexigencia o silenciamiento emocional.

El trasfondo es el mismo, una desconexión con el valor personal, más allá del hacer.

 

¿Qué causas psicológicas o sociales pueden originar el síndrome del impostor? ¿Hay un componente cultural o generacional en esto?

El fenómeno del impostor suele originarse en infancias donde el amor y el reconocimiento estaban ligados al rendimiento. Crecer entre exigencias, comparaciones o falta de validación emocional deja huellas que afectan la forma en que nos percibimos.

A nivel social, vivimos en una cultura que valora el hacer más que el SER. El perfeccionismo se aplaude, el error se oculta y las redes sociales refuerzan la ilusión de que los demás siempre pueden más.

Sumado a los mensajes heredados como “siempre se puede más”, muchas personas terminan dudando de su valor, incluso cuando tienen razones para confiar en sí mismas.

La buena noticia es que estas creencias no son verdades fijas. Son construcciones que podemos ver, cuestionar y transformar. Desde la PNL, entendemos que no es la realidad la que limita, sino el filtro con el que la interpretamos. Al trabajar ese filtro, liberamos el potencial.

 

¿Desde qué edad puede empezar a desarrollarse esta sensación de “no ser suficiente”?

Desde la infancia. Basta una experiencia emocional significativa, una frase, una comparación o una mirada para que un niño comience a condicionar su valía personal.

El mensaje se graba en la “identidad”: "Si soy bueno, si me esfuerzo, si no molesto. Me quieren". Desde la PNL trabajamos resignificando esos recuerdos para crear nuevas asociaciones más reales y desde la compresión que hoy como adulto puede tener de esa experiencia.


¿Qué impacto puede tener en la vida personal y profesional vivir con este fenómeno?

Puede afectar la autoestima, la confianza y la capacidad de tomar decisiones o asumir liderazgo.

En lo profesional puede verse un miedo a exponerse, a pedir aumentos o a asumir nuevos desafíos. En lo personal puede apreciarse una dificultad para disfrutar logros, inseguridad constante, agotamiento emocional, y a veces, la sensación de estar fingiendo.

Cuando este patrón se sostiene, puede derivar en ansiedad, depresión o burnout. Desde la PNL podemos interrumpir ese ciclo, reprogramando creencias y reconstruyendo el vínculo con uno mismo.


¿Qué estrategias se recomiendan para empezar a trabajar con el fenómeno del impostor?

  • Reconocer el patrón sin juicio. Nombrarlo es el primer paso.
  • Observa tus pensamientos y tu tendencia cuando recibes algún elogio: ¿Qué te dices a ti mismo y a quién le pertenece esa voz?
  • Registra las sensaciones en tu cuerpo: ¿Qué sientes? ¿Dónde lo sientes? ¿Se tensa? ¿Qué dice sin palabras?
  • Escribe tus logros con hechos reales. Busca ver la evidencia.
  • Reescribe tu lenguaje interno. ¿Qué es eso que esa parte de ti necesitaba escuchar? ¿Qué le dirías ahora?
  • Visualiza un escenario donde te ves con seguridad, comienza a familiarizar ruta neuronales (cómo te verías, cómo te sentirías, qué escucharías, cómo habitarías tu cuerpo con esa sensación de seguridad).

    De esta manera estarás anclando sensaciones de confianza para acceder a ellas cuando lo necesites. Lo que refuerzas lo tienes más a la mano.


¿Qué rol juega el entorno en el proceso de superación?

Un entorno amoroso puede ayudarte a verte como realmente eres y tu potencial. Pero un entorno crítico puede reforzar tus miedos.

Rodéate de personas que te ayuden a recordar tu valor cuando a veces se te olvida. La transformación es interna, pero el contexto puede sostener o sabotear tu proceso.

 

¿Cómo se puede distinguir entre humildad y síndrome del impostor?

La humildad te permite recibir elogios con gratitud. El fenómeno del impostor minimiza o niega desde la incomodidad.

Una persona humilde puede decir: “Gracias, trabajé mucho para lograrlo.”
Una persona atravesada por este patrón suele pensar: “No fue para tanto, cualquiera lo haría.”

 

¿Qué le dirías a alguien que hoy se siente como un “fraude”?

Esa voz que te hace sentir insuficiente no es tu verdad. Es una estrategia que tu mente creó para protegerte de algo que dolió en algún momento.

Hoy puedes elegir otra historia. No necesitas demostrar nada para merecer. Eres merecedor y como todos, a veces olvidamos nuestro valor. Volver a ti es el camino. No se trata de convertirte en otra persona, sino de recordar quién eres realmente. Te invitaría a dudar de tus propias dudas y permitirte asombrarte de todo lo que eres capaz. 

 

¿Cómo se trabaja desde la PNL?

En PNL, el primer paso para construir confianza es revisar cómo nos hablamos a nosotros mismos.

El lenguaje no solo expresa lo que sentimos: lo crea. Lo que dices, lo sientes. Lo que imaginas, lo activas. Muchas veces, sin darnos cuenta, usamos un lenguaje que nos encierra y limita.

Por ejemplo, frases como “No tengo confianza” o “Soy insegura” son nominalizaciones: es decir, convierten procesos vivos en etiquetas fijas. 

Y las etiquetas bloquean el cambio.

La clave está en devolverle movimiento al lenguaje, por ejemplo, en vez de decir : “No tengo confianza”, prueba diciendo: “¿Cómo puedo ir confiando más en mí?”

En vez de decir  “No soy segura”, prueba decir: “¿Cómo puedo ir asegurándome en lo que pienso, siento y expreso?”

Cuando cambia el lenguaje al verbo, cambia la imagen interna. Y cuando cambia la imagen, cambian las emociones, el cuerpo y la acción.

Date cuenta que la confianza no es un destino, es una práctica diaria. Se cultiva con palabras nuevas, elecciones conscientes. 

También puedes agregar preguntas como:

¿Qué puedo hacer para darle seguridad a la parte de mí que aún duda? ¿cómo puedo ir dándole seguridad a esa inseguridad?

¿Qué habilidades puedo practicar para seguir confiando cada vez más en mi?

Cada vez que hablas en movimiento, le decís a tu mente: “Estoy creciendo. Estoy en camino. Estoy optando.”

Y justo ahí empieza tu impulso para el cambio real.

Porque no se trata de convertirte en alguien más… sino de recordarte quién eres, más allá de las dudas.

 

 

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