Nos encantan las chilenas exitosas por el mundo. Constanza Gaggero es una diseñadora con estudios en tipografía y más de 15 años de experiencia en diseño de impresión y comunicaciones. Vive hace 11 años en Londres donde creó “Gaggeroworks“, un estudio de Diseño Gráfico que se ha especializado en el mundo de las artes y la cultura, desarrollando proyectos para el British Museum, la Royal Academy of Artes, el Museo de Historia Natural, entre otros. Hoy día nos deja un artículo increíble sobre la creatividad en tiempos de Pinterest y lo difícil que es ser auténticos.
Nombre: Constanza Gaggero
Instagram: @gaggeroworks
Página Web: gaggeroworks.co.uk
Frente al flujo interminable de inspiración que nos llega hoy a través de la pantalla, me pregunto qué tan creativos somos. Todo se ve igual y es difícil realmente “ver” entre tanta homogeneidad. ¿Existe actualmente algo original? Cuando nos inspiramos en una moda, imagen o estética de internet, ¿estamos creando algo nuevo? Para mí, eso es copiar.
La pregunta es qué tiene de malo copiar. Bueno, a veces, nada. Replicar un modelo de chaleco, seguir un diseño de bordado, imitar la decoración del living de la bloguera hit o vestirse siguiendo el estilo del momento es válido, pero siempre y cuando esto se entienda como lo que es: un método de aprendizaje (replicando lo que han hecho otros, aprendo), un medio o simplemente una fórmula para mejorar mi calidad de vida, mi casa, mi trabajo, mi imagen. Seguir la moda. Todos los hacemos con más o menos intensidad. No veo el problema, al contrario, Internet es una gran plataforma para democratizar el diseño. Da acceso masivo y así todos podemos disfrutar de él; maravilloso.
Ahora, la búsqueda de la estética y el estilo de vida perfecto puede venir acompañada de un profundo pánico escénico, gatillada por la necesidad de mantener nuestros espacios controlados y listos para la foto de Instagram. Esto deja a la creatividad en serio peligro de extinción; para qué innovar si al hacerlo me arriesgo a que me quede feo. Pero bueno, ese es un tema para otro post.
Volviendo al dilema copia v/s inspiración, el problema es cuando se adjudican autorías a resultados ajenos, se tildan de soluciones creativas a problemas ya solucionados por otros, se hace copy/paste de ideas manoseadas. Es el riesgo que tienen plataformas como Pinterest donde solo se ven ideas ya procesadas, sacadas de contexto y muchas veces un tanto vacías. Hay que aprender a ser más abiertos y sinceros con las referencias o ¿será que los seres humanos siempre queremos salir ganando y atribuirnos los porotos? En los países desarrollados, la carrera por innovar es el pilar de la industria creativa. Copiar está fuera del léxico profesional y si bien existen organismos legales más fuertes que limitan el plagio, es culturalmente mal visto no ser original. Impensable. Chanta.
En medio de tanto, lo que vale la pena es pensar sobre qué significa ser creativo. La verdadera creatividad es aquella que genera nuevas ideas, vincula de una forma no vista antes conceptos conocidos y soluciona así un problema. “Novedad” es lo que debería saltar a primera vista. Si algo se define como original – sea un negocio, un emprendimiento, un material, un aviso, un poster, lo que sea – debe entonces proponer soluciones distintas no solo en términos estéticos o visuales. Hoy también se trata de inventar métodos y sistemas, cruzar datos, mensajes y dar así con formas diferentes de hacer las cosas.
¿Lleva eso necesariamente al éxito empresarial? No. ¿Los que trabajan en la industria creativa son creativos por default? Tampoco, y no tendrían por qué serlo. Para mejorar el mundo se necesitan muchas otras cosas además de creatividad. Es ahí donde las escuelas de arte y diseño deberían estar escuchando atentamente. ¿Se premia la originalidad? No siempre. Pero como alguna vez me dijo la mismísima Paula Scher – ídola personal y mundial del diseño gráfico-; copiones y seguidores han existido siempre, con o sin Pinterest. Solo los que logran traspasar el statu quo son los que hacen historia y perduran, aunque no siempre sean comprendidos de inmediato. Yo soy de esa escuela; prefiero seguir creyendo que avanzamos más revolviendo el gallinero antes que multiplicando el ruido. Quizás a estas alturas es una batalla perdida, pero estoy convencida que el mundo mejoraría muchísimo si dejáramos de poner las energías en lograr un solo estándar o, en otras palabras, si abandonáramos el comunismo visual.