La gente me pregunta seguido “cómo lo hago para vivir en NY”. La primera respuesta que se me viene a la cabeza es “trabajando”, pero la segunda es la que me ayuda a trabajar sin problemas. Tengo ese bendito pasaporte americano porque nací en Chicago, fruto del amor de mis padres y la beca de mi padre. Sé que en ese sentido, soy una afortunada.
Esta no es mi primera vez viviendo en NY, sino la segunda. A la primera le debo el cuero de chancho que creo tener. Siete meses de experiencia que hace 10 años me ayudaron a salir de una zona de confort que nunca me ha importado mucho. En esos meses de esfuerzo, inexperiencia y soledad me prometí volver a esta ciudad, sin las penurias de estudiante novata. Me prometí que a los 30 o antes viviría en NY con todas las de la ley. El 2008 estudié en Parsons, en el ICP, fui practicante para Urban Outfitters y Benetton, además de flamante garzona del desaparecido Risotteria de Bleeker Street. Un título que me gané gracias a un currículum inventado por Adrián Garcia, mi primer roommate, y que ustedes conocerán por ser el protagonista de “El Gringuito”. Adrián me entregó la primera frase de sobrevivencia en esta ciudad “Fake it, until you make it”.
Cuando volví a Chile la inversión dio frutos. A los pocos meses, y en mis tempranos veinte, ya tenía un pase en el mundo editorial, ¡el sueño de mi vida! Siempre supe que la palabra “Nueva York” tiene un efecto mágico en Chile. Por casi seis años tuve la suerte de trabajar en las mejores revistas y proyectos de moda, y lo mejor de todo, ¡con los mejores! Gente que pasó de colega a amigos. Amigos que hoy son familia. De forma paralela, entré en el mundo digital, siguiendo el boom neoyorquino y europeo de blogs y páginas web que eran como revistas, pero sin censuras o obligaciones editoriales. Conocí a la Pati Calfio y nos propusimos crear “una página web que fuese libre como el internet, pero periódico y mateo como un medio tradicional” donde la gente supiese que podía contar con contenido diario por parte de nosotros. Así nació FYI, en marzo del 2009. No me pregunten cómo, con presentación power point en mano y sin la página arriba aún, logramos el apoyo de marcas como Kiehl´s y M.A.C Cosmetics.
Fue en septiembre del 2014 que decidí volver a NY “for good”. Como todas las cosas que realmente quiero, no le di mucha vuelta y el 2 de febrero de 2015 empecé un camino que aún estoy construyendo. Quería alejarme un poco del mundo de la moda. Era tan cómodo y lindo trabajo, pero sentía que necesitaba desafiar mis neuronas nuevamente. ¡Había tanta gente afuera haciendo cosas nuevas! Ya son más de tres años en esta ciudad que no te da descanso. Es tanto lo que podría escribir sobre los mitos y verdades de NY, pero sin dar la lata es importante entender que la vida en NY dista de glamour, le sobran sorpresas y oportunidades, y es diametralmente opuesta a lo que estamos acostumbrados en Chile. Cuando mis amigas vienen y se quedan conmigo se dan cuenta que para vivir acá hay que estar mental y físicamente preparado. El go-go-go-go de la ciudad a veces agobia, pero con el tiempo aprendes a matizar.
Renunciar a una vida profesionalmente exitosa es distinto a venir a probar éxito. Estás auto-obligada a que la experiencia valga la pena. Por trabajar con las marcas más importantes del mundo en el ámbito local, o tener conocidos en NY, no tienes un pase asegurado en el mundo laboral de la Gran Manzana. A mi nadie me ayudó. Igual yo ya lo intuía, o al menos sabía que al neoyorquino le importa poco o nada nuestra pequeña burbuja santiaguina. Al neoyorquino – en general – le importan pocas cosas. Encontré mi primer trabajo vía Craiglist, el segundo también, y el tercero también. Renunciaba a todos, los odiaba. Y es que nunca, gracias a dios, había trabajado en algo que no me gustase.
El 2015 hubo semanas que tuve que elegir entre comer o lavar la ropa en el laundry. ¡Suena súper sufrido, pero así fue! jajaja. Lo importante es tener claro que se puede seguir. Hay que tener paciencia, y un plan en mano. A finales del 2015 me había comido todos mis ahorros y la plata miserable que me pagaban. Le dije a mi papá, a punto de cumplir un año en NY, que o encontraba trabajo en lo que quería (Social Media) o la verdad no tenía sentido estar aquí para pasarlo mal. Me ayudó dos meses con el arriendo (lejos el gasto más grande en esta ciudad) y yo prometí encontrar ese trabajo soñado.
Así, empecé el 2016 en una agencia de comunicaciones como Social Media Manager. Luego me cambié de agencia con el mismo rol, aprendí todo el “know how” que pude, la burocracia de agencias y relaciones públicas, el slang, los timings, el pulso. Renuncié en marzo de 2017, y mientras pasaba un proceso de postulación de dos meses para ser Digital Marketing Manager para Victoria Secret (puesto que finalmente no obtuve) googlié cómo instaurar una compañía propia en NY, y a finales de marzo ya tenía mi propio LLC (como el E.I.R.L en Chile).
Invité a Caro Malis a ser parte de este loco proyecto – en un principio de forma part-time hasta que tuviésemos más responsabilidades e ingresos básicamente – y después de trabajarle gratis a un cliente por un mes, comenzamos de manera oficial con Chok Chok Social el 1 de mayo de 2017. En agosto del mismo año llegó Natura (nuestro primer gran cliente) y en septiembre pasamos de la cocina de mi departamento a una oficina sin ventanas en Greenpoint. Hoy nuestra oficina tiene ventanas y da al parque, además de tener dos integrantes más que nos ayudan a perfeccionarnos y mejorar. Y así, seguimos escribiendo esta historia.
Si me pidieran un consejo, sólo me gusta repetir lo que mi papá nos dijo desde chicos a mis dos hermanos y a mí: nada es imposible.