Según la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) del año 2015, las mujeres dedicamos, en promedio, 3 horas más que los hombres al trabajo doméstico. Con esto nos referimos a aquel que no es pagado ni transado por un bien de mercado, e incluye el cuidados de los niños y adultos mayores, las labores domésticas en hogares y espacios privados, además de trabajos comunitarios y voluntarios.
Según los datos, en un día las mujeres destinan en promedio 5,89 horas al trabajo no remunerado, mientras que los hombres destinan 2,74 horas. La mayor brecha se da en el tramo de 25 a 45 años de edad, donde las mujeres ocupan 7,39 horas al día, mientras que los hombres 3,23.
Para conversar un poco más sobre este tema y entender sus implicancias, entrevistamos a María José Buttazzoni, educadora de párvulos, directora del jardín infantil Ombú, además de co-autora del libro “Niños, a comer” y columnista de Revista Paula.
Según cifras, las mujeres destinan un promedio de 3 horas diarias más que los hombres al trabajo doméstico ¿Cómo ves esta realidad en nuestro país?
Me atrevo a decir que son más de tres horas, o quizás son horas de carga mental. De la cantidad de información doméstica y familiar que almacenamos las mujeres en nuestro cerebro, además de rendir en el trabajo.
Creo que en Chile está cambiando, aunque estoy segura que debe haber aún un 50% de familias, por lo bajo, donde aún existe la mujer a cargo de todas las labores domésticas, y que además trabaja, y que cuando llega el marido de trabajar, igual que ella, le sirve la comida, y hace todo lo relacionado con los hijos.
Otras familias hemos tratado de implementar un nuevo estilo de crianza y de compartir lo más igualitariamente las responsabilidades domésticas y de hijos. Creo que de a poco hemos ido soltando responsabilidades que teníamos arraigadas como netamente femeninas, y que hoy los hombres han ido tomando como parte también de su rutina. Pero, así y todo, hay cosas que los hombres aún no incorporan y falta para que lo hagan,
¿Por qué crees que esto ocurre?
Por varias razones. Razones culturales, donde por fin entramos a la era de las mujeres, y entramos con fuerza al mundo laboral, y con fuerza con la idea de compartir más equitativamente la crianza.
También la crianza de los hombres chilenos es una crianza machista, donde la mujer debería atenderlo. O donde el hombre no tiene cabida en las cosas de la casa. Me acuerdo cuando chica, cuando llegábamos con mi mamá del supermercado, ella nos decía a mí y a mi hermana: “Niñitas, ayúdenme a bajar las bolsas”. Y mis hermanos entraban a la casa sin tener que ayudar. Lo mismo pasaba al levantar la mesa después de comida.
Hoy, por fin les estamos exigiendo a nuestros hijos las mismas tareas que les pediríamos a nuestras hijas.
¿Cuáles son las consecuencias que acarrean estos números?
Las consecuencias son que las mujeres llevamos una carga invisible, enorme y que termina poniendo en jaque nuestra salud mental y física. Y es una tarea invisible, que no recibe remuneración y es muchas veces bastante ingrata.
¿Crees que son números que han ido cambiando con el tiempo, o que lo harán en un futuro?
Espero, y me imagino que sí. Las nuevas generaciones de mujeres vienen creciendo con otra mentalidad. Las mujeres de hoy, entre 30 y 50 años, somos como la generación bisagra de todos estos cambios gigantes que estamos experimentando como sociedad, que se replantea el rol y el lugar de la mujer.
Creo que las generaciones jóvenes vienen con un chip incorporado en igualdad. Yo por mi parte, creo estar criando hijos que entiendan la vida en igualdad de condiciones de hombres y mujeres. En que si deciden tener hijos, la responsabilidad de la casa y de los hijos es de ambos, y no por género. No una familia donde el hombre “ayuda” a su pareja mujer, sino que comparten todas las responsabilidades. Y que la vida laboral de ellos y de sus parejas es igual de importante.
¿Cuáles crees que son las claves para revertir esta cifra, o por lo menos, ayudar a que disminuya?
Uno puede partir por levantar este problema en familia. Escribir todas las tareas de la casa y las responsabilidades que tiene cada uno en torno a las cosas comunes como casa y niños. Visibilizar que son esas 3 horas más que tenemos extra las mujeres y ver si es posible dividir equitativamente todas estas tareas.
Y, luego la forma en que estamos criando es fundamental. Criar hijos e hijas con las mismas responsabilidades, tareas, y lo mismo si vamos a remunerar algunas tareas que hagan los niños. Debemos pagarle lo mismo a los hijos y a las hijas por lavar el auto.
¿Qué consejos prácticos podrías darle a las mujeres que se enfrentan a esta realidad día a día?
Es importante transparentar el tema, hablarlo y visibilizarlo, que son los primeros pasos para solucionar algo. Si no lo hablamos, no podemos pretender que el otro vea el problema. No esperar a que uno sienta que va a reventar de cansancio y que no alcanzan las horas del día.
También, encontrar un buen sistema de organización, redes, ayuda, y mucha contención. Y por último, encontrar espacios para nosotras, espacios de descanso, de placer, de autocuidado.