Contessina. Ese fue el nombre que eligió mi papá para mi. “Como la musa del Miguel Ángel Buonarroti” me dijo hace poco, sin despegar la vista de su máquina de escribir. Busqué en Wikipedia tirada en una silla de playa de su casa en Las Cruces y apareció esto; “existe la creencia popular que Miguel Ángel Buonarrotti estaba enamorado de ella, pero no existen registros de esto anteriores a 1845, por lo que probablemente sea solamente una leyenda nacida en la era romántica” Hoy creo que fue un acto intencionadamente kitsch (1) y feliz.
Cumpleaños número diez. Cuando recibí ese libro con casi toda la obra de Warhol (2) no pude creer que alguien se atreviera a pintar cosas felices, tenía diez años y llevaba esos diez años de mi vida, en otra parte del mundo, creyendo que el arte se reducía al romanticismo angustioso de Delacroix y Courbet (3). Pasaron otros diez años y en mi proyecto de título, sin pensar demasiado, hice lo que en ese momento no había que hacer: un cruce.
Arte, moda y diseño, ese fue el cruce. Exitoso sólo para mi. Lo mínimo que escuché por parte de la comisión que me evaluó en ese minuto fue “no puedes ser artista si quieres ser diseñadora”, “no puedes dedicarte a la moda si quieres ser artista” y la verdad, yo quería ser y hacer muchas cosas más, por ejemplo bailarina clásica.
Y claro, seguir estudiando, ojalá en otra ciudad, especializarme en el área -MODA- que me fascinaba y que, como todo lo que he decidido, en su momento parecía difícil de acomodar al contexto. Así, en plena mala racha, decidí viajar a Nueva York, inscribirme en la Universidad de mis sueños sin saber cómo la pagaría y tatuarme “art” con la caligrafía de Warhol en el reverso de mi muñeca izquierda.
Seguí adelante, estudié como una bestia y leí casi todo lo que llegó a mis manos, de los modos más azarosos posibles, como ese libro de Woody Allen (4) que encontré tirado en Parque María Hernández. La lectura, un hábito que asumí desde muy chica y mantengo hasta el día de hoy. Soy “hija única”, no sé si importa. Mi papá es poeta y mi mamá es filósofa, en mi casa no había televisión, pero sí una biblioteca y un piano, ese piano y parte de esa biblioteca ahora están en mi casa.
La otra parte de mi biblioteca, tiene libros de diseño. Aprender toda la historia del diseño (5) es fácil porque es una historia corta. El diseño es una disciplina joven, a diferencia de la arquitectura o el arte. Es fácil enmarcarla y relacionarla con casi todos los hitos que marcaron el siglo veinte, cuando entiendes los contextos políticos, económicos y principalmente sociales, no es difícil entender los objetos de diseño que surgen desde ahí.
Me gusta todo lo que pasa en el siglo veinte, y mucho más lo que pasa en la primera mitad del siglo veinte. Me gusta la modernidad, tal como la describe Baudrillard (6) y Lipovetsky (7), las vanguardias artísticas, lo que significó el Little Black Dress y la 2.55 de Chanel, la primera factoría de Andy, el rap blanco de los Beastie Boys (8) el arte de Matisse (9) y los graffitis de Basquiat (10) Lloré la primera vez que los vi colgados en el MOMA. Cuando hice una breve pasantía ahí, unos años más tarde, lloré de nuevo.
Soy una convencida de que la belleza se da desde el interior, hace dos años descubrí un libro (11) que cambió mi modo de elegir lo que como y cómo lo preparo, soy cuidadosa con mi piel, desde que lo empecé a leer y usar, aprendí de un modo simple y sin gastar plata extra, sólo con nuevos hábitos, a mantenerla saludable y dejar que se ilumine desde el interior.
Estudié y sigo estudiando mi cruce entre arte, moda y diseño, pero también creo en la especialización, creo ser hábil detectando tendencias, me gusta enseñarlas, adoro dar clases en el Diplomado (Tendencias, Marcas & Moda. UDD.) Pronto voy a obtener la certificación INDEX (Design to improve life) que actualmente lidera mi Facultad y desde ahí estoy preparando una serie de workshops vinculados a Moda Ética y Sustentabilidad.
Entre todo esto, tuve dos hijos y hoy soy parte del 38.4% de mujeres chilenas que crían solas a sus hijos. Y no me lamento por eso, los disfruto todos los días y me fascina hacer que cada momento con ellos valga la pena, desde lo más simple. Agradezco las oportunidades que he tenido, pero creo firmemente que esas oportunidades no llegan solas. Hay que buscarlas y trabajar responsablemente por ellas. A mis hijos no los expongo.
“Coca, me encanta lo que haces” y todavía me cuesta explicar qué es lo que hago, porque soy apasionada y comprometida con mi profesión y los roles que he asumido como directora de arte, editora y profesora pero para mi, la vida es mucho más simple que esas tres chapas; para mi la vida se va en caminar con un vestido lindo y mis niños un día por el barrio, leer a mi escritora favorita en la plaza mientras ellos juegan, tomar una taza de té de jazmín en la cafetería de la esquina o volver a reconocer los lugares que marcaron una parte de mi vida, el L Train, las lavanderías chinas, la palomera de John, las calles de Bushwick…
Cuando puedo, me gusta pasar tiempo sola y entrenar, llevo años practicando ballet con una ex bailarina clásica del Municipal y el contacto de mi piel con la malla de algodón negra, las zapatillas de cuero rosa y las maderas cepilladas del caserón frío donde entreno, todo eso me hace sentir feliz.
Me alejo de lo que no me hace sentir feliz, simplemente lo descarto, no soy buena dando explicaciones, fui muy tímida de chica, sigo siendo extremadamente tímida y callada.
Joan Didion, ella es mi escritora favorita, “La inocencia se termina cuando a uno le roban la ilusión de que se cae bien a sí mismo” (12) Por ahora me caigo bien, sigo ilusionada conmigo misma si es que debiera entenderse así.
Para siempre, mis hijos son lo único que realmente me importa y si llegan más hijos en lo que queda, estoy segura que seguiré siendo el mismo tipo de mamá que he sido hasta ahora y vamos a seguir metiéndonos los tres, los cuatro o los que seamos, debajo de las olas y chorreándonos helado en la espalda, porque no sé si hay mejor sensación que la baba de un hijo chorreando por la espalda una tarde de verano tumbada con traje de baño en la arena, yo creo que no la hay.
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Los libros:
(1) Moles, Abraham (1990). El Kitsch, el arte de la felicidad. Madrid: Paidos.
(2) Baal-Teshuva, Jacob (1993). Andy Warhol 1928 – 1987. Munich: Prestel.
(3) Heine, Heinrich (1995). La escuela romántica. Madrid. Alianza.
(4) Allen, Woody (1983). Getting Even. New York. A Star Book.
(5) Bürdek, Bernhard (1992). Historia, teoría y práctica del diseño industrial. Barcelona. GG.
(6) Baudrillard, Jean (2006). El complot del arte. Ilusión y desilusión estéticas. Barcelona. Cegal.
(7) Lipovetsky, Gilles (1990). El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona. Anagrama.
(8) Foster Wallace, David (2017). Ilustres raperos. El rap explicado a los blancos. Barcelona. Malpaso.
(9) McBreen Ellen, (2017). Matisse in the studio. London. Royal Academy.
(10) Buchhart, Dieter (2016). Jean-Michel Basquiat: Words are all we have. Amsterdam. Hatze Cantz.
(11) Rowe, Wendy (2016). Eat Beautiful. Nourish your skin from the inside out. London. Ebury.
(12) Didion, Joan (2012). Los que sueñan el sueño dorado. Barcelona. Random House.