Hemos hablado muchas veces de que para tener éxito profesional y personal, es importante encontrar un equilibrio que nos mantenga con energía, actitud y saludables. Por eso el deporte, los momentos de ocio y pasar tiempo con la familia y amigos son tan importante. Pero hay un tema que no hemos tocado y que hoy la psicóloga Sofia Alliende nos cuenta con detalle. Se trata de la somatización y la importancia de entender qué puede estar fallando en nuestro interior y que se está manifestando en nuestro cuerpo.
Nombre: Sofía Alliende
Especialista en: Psicología
Instagram:@sofialliende
¿Quién no ha sufrido un colon irritable por estrés? ¿Alergias en la piel o irritación que aparecen de la nada? Podría escribir una lista interminable de síntomas que surgen sin razón, o con un origen que no podemos identificar sin importar la cantidad de exámenes que nos hagamos. Hoy me gustaría hablar de lo que muchas veces se encuentra tras estas enfermedades misteriosas.
Puede que hayas escuchado hablar del fenómeno de la somatización, pero en caso de no ser así, me estoy refiriendo al término psicoanalítico que se refiere a la manifestación física de un malestar psicológico o emocional y puede tomar varias formas. Hay veces que sufrimos de algún síntoma como la caída del pelo o ronchas en la piel que tienen más que ver con nuestras emociones que con algo netamente físico. En estos casos, la cura se encuentra en el plano psicológico, y la cosa no se resolverá con cremas o pastillas, sino muchas veces con cambios de hábitos o patrones mentales.
Voy a usar mi propio caso como ejemplo. Hace un año, aparecieron unas ronchitas en mis brazos que comenzaron rápidamente a expandirse a otras partes como mi cuello, espalda y cara. El diagnóstico del dermatólogo fue “dermatitis atópica” lo cual significa literalmente hinchazón o irritación de la piel por tendencias alérgicas con origen desconocido. Genial. Apliqué las cremas de manera religiosa y tomé mis remedios al pie de la letra y al cabo de unas semanas los síntomas parecieron desaparecer. El problema era que si los dejaba, todo volvía a aparecer. Leí acerca del significado somático que tenía este tipo de enfermedades y descubrí que cuando se somatizaba a través de la piel, puede tener que ver con la dificultad de establecer límites – la piel es literalmente la última barrera entre tu cuerpo físico y el exterior- y esto me hizo tantísimo sentido. Me dediqué a comprender qué era lo que mi cuerpo me estaba manifestando y mi alergia desapareció en unos meses.
Este caso es un simple ejemplo entre miles, y cada uno tiene infinitas fuentes, causas y manifestaciones. Simplemente sirve para ilustrar algo que puede pasarle a cualquiera y que es tan importante considerar, especialmente hoy en día con todo el estrés que nos rodea.
Dentro de las muchas causas detrás de síntomas psicosomáticos, hay varias que pueden gatillarse a partir de un ámbito de nuestras vidas en el que invertimos mucha energía y tiempo: el trabajo. Sabemos que es normal sentirse cansada de vez en cuando o estar estresada cuando se acercan las fechas límite, pero no debemos normalizar cuando se nos empieza –literalmente – a caer el pelo o aparecen ronchas en nuestra piel.
Cuando esto pasa, es hora de detenernos, y observar. Preguntarnos qué nos puede estar molestando a un nivel emocional que se nos está manifestando en el cuerpo. Ya sea la dificultad de no poder poner límites cuando nuestra jefa nos pide que nos quedemos hasta más tarde o un sentimiento de injusticia que hemos albergado a lo largo del tiempo porque no nos hemos sentido valoradas, la falta de sueño sistemática, todo esto – ¡y tanto más! – puede dar indicios de lo que se encuentra detrás de esa roncha que tanto arde.
Es útil partir por encontrar momentos para uno, hacer algo que disfrutemos y que no se relacione con el trabajo, además de contar con alguien o algo para poder desahogarnos. No es un proceso fácil y puede que nos encontremos con un mundo de emociones, pero partamos por detenernos, observar qué nos pasa y recordar que muchas veces el cuerpo dice lo que la mente calla.
