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Empoderamiento femenino en el trabajo: ¿Cómo avanzar?

por: Genias

Esta semana, siguiendo con nuestra campaña “El empoderamiento importa” para conmemorar el Mes de la Mujer, Tatiana Camps, consultora experta en transformación organizacional y autora del libro Liderar desde lo femenino, analizó cómo avanzar hacia el empoderamiento de la mujer en el trabajo y, sobre todo, cómo lograr que estemos en igualdad de condiciones en este espacio.

El empoderamiento de la mujer en el trabajo es un tema y pilar fundamental para nosotras. De hecho, es una de las tres dimensiones —Yo mujer, Yo y trabajo, Yo y sociedad— que midió la Primera Encuesta Nacional sobre Empoderamiento Femenino que realizamos junto a SemSo, la cual se publicará próximamente.

Aquí, la columna de Tatiana Camps:

Estoy convencida de que para avanzar es esencial adoptar una perspectiva histórica y enfocarnos en la transformación cultural. La invención de la escritura se remonta a alrededor del 2500 AC, mientras que las mujeres ingresaron a la universidad a finales del siglo XIX. Durante más de 4.000 años de generación de conocimiento, las mujeres quedaron excluidas. En el siglo XVIII, con la invención de la máquina de vapor, surgieron las primeras fábricas y se consolidó la división sexual del trabajo, con las mujeres relegadas al trabajo doméstico no remunerado mientras los hombres trabajaban en las fábricas. Este contexto es crucial para comprender que los referentes históricos y culturales son predominantemente masculinos.

Las mujeres nos estamos integrando en un mundo laboral creado por y para hombres. Para lograr la equidad de género, no es suficiente establecer metas e indicadores; se requiere una transformación cultural profunda para cambiar un espacio diseñado por hombres para que sea inclusivo para todas las personas.

La inclusión de mujeres en diversos ámbitos ha llevado a cambios en metodologías, preguntas y respuestas. Por ejemplo, en arqueología, ya no se asume automáticamente que un cadáver con flechas o una corona es masculino; ahora se realizan pruebas de ADN que han revelado la presencia de mujeres cazadoras, guerreras, reinas y sacerdotisas. En medicina, la inclusión de mujeres ha llevado a la obligación de considerar las diferencias de género en el desarrollo de medicamentos y tratamientos, debido a las variaciones en los síntomas y las respuestas de los organismos femeninos en comparación a los masculinos.

Sin embargo, me parece que tenemos cuatro desafíos culturales centrales: valorar los estilos femeninos; resignificar el valor de lo masculino (o promover nuevas masculinidades); la conciliación entre la vida laboral y personal, y fomentar la corresponsabilidad.

Valorar lo femenino no implica caer en estereotipos, sino reconocer las diferentes experiencias y perspectivas de hombres y mujeres. Por ejemplo, una gerenta general comprende la importancia de presentar a las mujeres en un panel no solo por sus títulos, sino por su contribución a la organización.

Una gerente de sostenibilidad en una empresa de lácteos defiende su idea de donar los productos que están a dos días de vencer a instituciones infantiles y muestra con datos que es más económico que ir a retirar productos vencidos a los supermercados, pero sus pares de ventas están orgullosos de vender hasta la última unidad.

Un director de varias empresas me explicaba que solo tenemos un 10% de directoras porque las mujeres están en sostenibilidad y personas. “No hay mujeres en las gerencias estratégicas” me decía. Yo pensaba, si en plena crisis climática y saliendo de dos años de pandemia, sostenibilidad y personas no son consideradas gerencias estratégicas, entonces estamos en problemas. En esta cultura patriarcal hemos colapsado machista y masculino, los hombres no encuentran una manera de ser hombres que no caiga en conductas machistas. Hay expectativas de ser proveedores, autosuficientes, actuar rudo, tener el control y mostrar constantemente que no es mujer. Ser mujer sería todo lo que sale de estos mandatos culturales machistas.

La conciliación entre la vida laboral y personal es ley y, aunque legislada en muchos lugares, sigue siendo un desafío, especialmente con el teletrabajo, que puede perpetuar las desigualdades de género en las tareas domésticas y el desarrollo profesional.

El gran desafío sigue siendo la corresponsabilidad, las mujeres retrocedemos más de 10 años en nuestro desarrollo profesional cuando somos madres, no recuperamos ese retroceso. Somos nosotras las que tenemos permiso maternal legal irrenunciable por el bien del niño. Por su parte, los padres tienen un postnatal legal no obligatorio de cinco días y solo el 0,23% de los hombres lo toman. Las mujeres realizamos el 76% del trabajo de cuidado no remunerado en el mundo.

A mi parecer, avanzar en estos cuatro aspectos culturales es fundamental para que las mujeres estemos y nos sintamos en igualdad de condiciones en el trabajo.

Por: Genias

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