La economía colaborativa (o economía compartida) es un modelo de consumo alternativo que se basa en prestar, arrendar, comprar o vender productos en función de necesidades específicas y no tanto en beneficios económicos. Es más, en este sistema el dinero no es el único valor de cambio, también lo está el conocimiento, por ejemplo.
Su fundamento se encuentra en el par a par, es decir, hacer transacciones entre pares. Ejemplo de esto son empresas como Uber, AirBnB o Cornershop.
En el último tiempo hemos vivido un auge de este modelo de consumo, en parte gracias a los avances de internet y nuevas tecnologías que actúan como soporte, permitiendo a los usuarios una forma de comunicación simple y accesible, pero sobre todo por sus múltiples beneficios, destacando el ahorro, desarrollo sostenible, una mejor gestión de recursos, mayor oferta y contribuir al cuidado del medio ambiente.
Pareciera ser la receta perfecta, pero, ¿representa una buena alternativa en momentos de incertidumbre como el que vivimos actualmente?
Un dato no menor, es que la economía colaborativa surge con mayor fuerza después de la crisis económica de 2008, donde muchos países quedaron al borde de la quiebra y con altos índices de desempleo. Como resultado de esta situación, diversas manifestaciones tuvieron lugar en ciudades como Nueva York, Madrid, Londres, e incluso en el mundo árabe. La queja común se relacionaba a la idea de que el sistema económico estaba fracasando y era inequitativo e injusto.
Así es como algunas personas comenzaron a ocupar sus conocimientos para desarrollar soluciones novedosas, que resultarían en la creación de empleos, el mejoramiento de la productividad y la cohesión social.
Fue en este contexto que en 2010, el modelo de la economía colaborativa comenzó a posicionarse como una alternativa viable.
Una alternativa que para la experta en innovación, Isidora Undurraga, es de sentido común. “Hay un dicho africano que dice: si quieres llegar rápido, hazlo solo. Si quieres llegar lejos, hazlo en conjunto. Es un poco eso, lo colaborativo te permite mayores resultados, mayores beneficios, como que todo se multiplica. Creo que tiene un factor beneficioso expansivo, por eso es algo bueno y en un momento de crisis donde se necesitan más brazos, más cabezas, más todo, bueno, hace todo el sentido del mundo”.
Si lo llevamos al contexto nacional, para María José Aguirre, creadora de María la Biyux, proyecto de joyería textil sustentado en un modelo social, a través de la mano de obra de mujeres privadas de libertad, estas dos últimas crisis que hemos vivido en Chile han dejado de manifiesto respecto a las economías colaborativas que “estamos frente a un cambio evolutivo profundo. Este cambio y sanación debe venir desde nosotros mismos, con mayor conciencia, honestidad, humildad, empatía y compasión. Debemos pensar en el otro. Es así como en las crisis ( de toda índole ) siempre existe una gran oportunidad para entregar soluciones; y recurro a plantear las palabras de Arun Sandrajan, economista: la crisis es amiga de la economía colaborativa”.
Por su parte, Isidora agrega que “nos ha faltado aplicar economía colaborativa, nos ha faltado aplicar diferencia de miradas, de talentos y creo que las crisis al final lo que representan es que algo no está funcionando. Y las economías colaborativas pasan a ser la salida o el camino a lograr evolucionar y salir adelante”.
Un aporte para las emprendedoras
Los ejemplos más conocidos de economía colaborativa son Uber y Airbnb, hoy en día grandes empresas que generan millones de dólares, pero que en su momento partieron como startups.
Para María José, la mezcla entre emprendimientos y economía colaborativa representa un excelente mix.
“Las nuevas ideas, innovación, tecnología, etc., deben dar respuesta o mejora a algo que no está siendo cubierto. Pero estas soluciones deben impactar no solo a un bien personal, debe ser común con un propósito real y consciente. Debe ser sostenible, escalable y medible”, señala.
Por su parte, Isidora considera difícil encontrar hoy en día un emprendimiento que no cuente con la lógica de la colaboración. “Está súper claro que las cosas tienen que tener un propósito y mientras más sume, más reúna y más permitan ser parte de, mejor va a ser para tu modelo de negocio. Si no le metes colaboración, probablemente tu modelo de negocio no va a ser tan sostenible en el tiempo”.
Regulación, el tema pendiente
Aún cuando la economía colaborativa tiene varios seguidores, no está exenta de críticas. La mayor de ellas refiere a que hasta el día de hoy, probablemente debido a su crecimiento exponencial y novedad, no cuenta con una regulación establecida.
Isidora considera que “el tema de la regulación es una justificación barata de no querer hacer los cambios. Si uno quiere empujar algo nuevo es difícil comenzar con regulaciones explícitas o muy definidas, porque tiene que haber también una etapa de transición. Aunque también creo que con esto del virus las transiciones están siendo cada vez más rápidas y no toman tanto tiempo”.
Por su parte, María José considera que la regulación es necesaria, “por ahora contamos con organismos que generan certificaciones a las cuales pueden acreditar los procesos, las prácticas y el modelo”. Pero al tratarse de un camino nuevo, son ellos quienes están generando las normas “estamos en prueba y error”, agrega.
El futuro de la economía colaborativa
En 2010, la revista Time publicó un artículo donde señaló que la economía y el consumo colaborativo forman parte de las 10 ideas que cambiarán al mundo. Y es que la economía colaborativa ha crecido más rápido que Facebook, Google y Yahoo juntos; datos de la firma de consultoría PWC señalan que tan sólo en sus primeros siete años, este sector fue valuado en 15 mil millones de dólares y se espera que alcance su mayor potencial en 2025, con ingresos estimados de 335 mil millones de dólares.
No hay duda que la economía colaborativa llegó para quedarse y parece ser una excelente opción sobre todo para aquellos momentos de crisis e incertidumbre como el que estamos viviendo actualmente.
En palabras de Isidora Undurraga, “el futuro es colaborativo” y esta parece alzarse como la mejor. “Al final a lo que apunta la economía del futuro, del bien común, es que todos ganemos. Que dejen de ganar algunos en desmedro de otros que pierden”, finaliza.