De seguro te ha pasado más de una vez. Estás en la ducha, sin pensar en nada concreto, y de repente ¡bum! se te ocurre una idea genial.
A este viaje mental, donde al parecer no estás pensando en nada definido, se le conoce como mind-wandering, o lo que en español podría definirse como “mente errante” o “mente que divaga”, y es una actividad a la que es posible que le dediquemos hasta el 50% del tiempo que permanecemos despiertas.
Y parece ser que ducharse no solo te refresca y limpia el cuerpo, sino que también refresca las ideas. Según el estudio patrocinado por la empresa alemana Hansgrohe y el psicólogo Scott Kaufman, realizado a 4.000 personas, se concluyó que el 72% de ellas tienen nuevas ideas en la ducha, y un 17% estableció que encontraba inspiración para resolver problemas complejos.
¿Nada mal, ah? En definitiva, en este proceso donde las ideas van chocando entre ellas sin ningún orden aparente, se logran desarrollar reflexiones originales y se fomenta un punto importantísimo: la creatividad.
A diferencia del mindfulness, técnica que se trata de la conciencia plena o atención consciente, la creatividad parece surgir de mayor manera cuando dejamos volar nuestros pensamientos. Y es por eso que encontramos soluciones cuando menos lo esperamos.
De hecho, hoy sabemos que hay zonas del cerebro que parecen estar funcionando a pleno rendimiento cuando aparentemente no estamos haciendo nada, y cuya actividad disminuye, en lugar de aumentar, cuando realizamos una tarea concreta. Estas zonas reciben globalmente el nombre de red neuronal por defecto.
Pero este fenómeno no ocurre únicamente en la ducha, sino que cuando realizamos diversas actividades como: mirar el paisaje por la ventana del auto o micro, sin fijarnos en nada especifico, cuando hacemos deporte, cocinamos o salimos a dar un paseo.
Es posible que hayas tenido algún momento de mind-wandering hoy y no te hayas dado ni cuenta. ¡Ocurre a diario!
Ahora ¿se trata de olvidarse del mindfulness? Para nada. Según los expertos, lo ideal es aprender a manejar ambas técnicas, entendiendo que existen momentos donde hay que prestar una atención plena y otros donde es bueno dejar que la mente descanse y divague.
Finalmente ambas se complementan a la perfección. Así que lo mejor que podemos hacer, ¡es aprovecharlas! 😉