Desde que era niña, Teresa Razmilic, experta en innovación y creatividad, docente de la Universidad de los Andes, y creadora de @conchupeteymochila, ha sabido lo que es vivir entre dos países, y el impacto que puede tener en nuestra percepción del mundo, la posibilidad de viajar.
Hija de madre española y padre chileno, Teresa Razmilic tuvo la oportunidad de conocer distintas culturas y formas de vivir desde la infancia, pero no fue hasta que viajó a Egipto con sus padres, que su forma de ver y entender el mundo, cambió: "Me di cuenta que había mucho por descubrir; gente distinta a mí, con costumbres diferentes, y donde era yo el bicho raro. Eso me hizo darme cuenta que lo que uno considera "normal", no lo es en otras partes, y creo que ser testigo de cómo viven otras personas, al final enriquece nuestra mirada y abre nuestras mentes"
En esta entrevista, conversamos sobre lo que significa el viaje en su vida; por qué se ha convertido en un estilo de vida para ella, y por qué le recomienda a otras mujeres viajar tanto como les sea posible.
¿Qué significa para ti viajar; o qué ha significado este concepto y forma de vida, para ti?
— Yo veo la vida como un viaje, y el viaje yo lo veo como un estilo de vida. Yo me defino como una viajera; me encanta empaparme de los lugares a los que voy; de la cultura local, porque siento que solo así puedo aprender realmente de esa cultura. En esos momentos me doy cuenta de que en un lugar puedo ser “normal”, y en otro puedo ser un bicho raro, y eso es lo que me gusta de viajar; poder sentirme fuera de lugar y aprender de esa otra cultura, distinta a la mía.”
Sobre la relación entre el viaje y la maternidad, Teresa no cree que ser madre sea un impedimento para seguir moviéndose o conocer nuevos lugares:
— Creo que regalarle la oportunidad a los niños de ver gente distinta, como personas usando burka, por ejemplo, o con otro color de piel, hablando otros idiomas, probando otros sabores, es el regalo más lindo que se les puede dar. En ese contexto, creo que viajar, para mí, no solo es un estilo de vida que yo adopté cuando no era mamá. Viajar es también un estilo de crianza, en mi caso. Si tú le preguntas a mi hijo cuál es su recuerdo favorito, te va a decir que fue el viaje en casa rodante, o cuando estábamos en Costa Rica y nos despertamos a las cinco de la mañana para ver a las tortugas poner huevitos.”
Pero siempre supe que esta vida viajera iba a ser replicada con mis hijos. De este saber también surge mi necesidad de tener un trabajo que me permitiera ir y volver a España, y para mis hijos es lo mismo. Por lo mismo, tenía que generar un modelo de negocios que me lo permitiera.”
¿Cómo nace tu amor por el viaje como un estilo de vida?
— Pero no fue hasta que mis papás me llevaron a Egipto cuando estaba en cuarto medio, que pude sentir realmente lo que significa viajar. Para mí, ese viaje fue el que me mostró que había mundo distinto; no de blancos, no de occidentales solamente. Me di cuenta de que hay un universo maravilloso por conocer, y donde aquí sí era el bicho raro. A raíz de ese viaje, me puse a leer también sobre la India. Por eso decidí viajar cuando saliera del colegio, e ir a la India.
Sobre sentirse “el bicho raro” como parte de la experiencia de viajar, Teresa explica que “el saberse espectador y ver que el mundo sigue, y que uno es solo un punto en ese mundo, me maravilla, porque por lo general, cuando uno está en su entorno de siempre, con la gente que conoces y vemos a diario, tenemos expectativas que cumplir, ya sea en lo laboral o lo personal. Pero cuando se viaja, nada de eso importa; la forma en que nos vestimos no importa, por ejemplo, porque nadie espera algo específico de ti, excepto que seas respetuosa con su cultura y dejes el lugar que visitaste, igual mejor que como estaba antes”.
— Cuando viajo tengo una actitud mucho más desprendida con las cosas, y creo que eso me permite ser yo misma, y me encanta esa sensación.
¿Por qué crees que pasa eso cuando viajamos?
— Creo que la curiosidad es la esencia del ser humano, pero a medida que nos vamos metiendo más en la máquina de lo que la sociedad espera de nosotros, la vamos perdiendo. En el viaje, en cambio, sobre todo cuando viajamos solos, podemos volver a conectar con esa curiosidad y con nosotros mismos.
Y es justamente lo que me gusta de viajar sola, cuando he podido hacerlo. Pero eso no significa que todo sea maravilloso. En mi caso, cuando llegué a la India, sola al principio, fue súper duro. Y aunque venía viajando por por el sudeste asiático hace meses con una amiga, donde también nos habían pasado mil cosas que finalmente te enseñan qué hacer y qué no hacer en los próximos viajes, estar sola en Delhi es algo muy distinto.
Ya en el aeropuerto, cuando estaba en el counter para tomar mi vuelo a la India, me sentí completamente distinta y fuera de lugar. Y cuando ya estaba en el avión, esperando despegar, un hombre de atrás me tocaba el hombro todo el rato, o el brazo. Cuando yo lo miraba, él no decía nada. En ese momento me sentí súper perdida y tonta por haberme ido de Bangkok para ir sola a la India. Pensé: “¿qué estoy haciendo acá?”. Después me di cuenta de que es normal que te toquen la mano o el brazo en la India; es un gesto amistoso solamente. Y eso pasa cuando uno ya conoce una cultura; entiendes por qué hacen algo que al principio parece raro.
¿Crees que viajar y conocer otras culturas influye en el nivel de empatía que podemos desarrollar las personas?
— ¡De todas maneras! Viajar nos vuelve más empáticos, porque nos permite abrir la mente y entender que todas las personas tenemos una historia. Todos juzgamos, de alguna u otra manera, pero incluso si no viene de una mala intención, es algo que no nos hace bien.
Según un estudio realizado por la agencia de viajes Cocha, el número de mujeres que prefieren viajar solas aumentó un 50% en relación a otros años. El mismo estudió demostró también que un 15% viaja en grupos formados exclusivamente por mujeres.
Sobre esto, Teresa cuenta que, en su experiencia, ha visto a más hombres que mujeres viajando en solitario, pero que espera ver a más mujeres atreverse y recorrer otros países o lugares por su cuenta.
¿Qué piensas sobre la idea de que hay destinos de viajes más idóneos si eres mujer?
— Tal como hay destinos más kid-friendly que otros, creo que también hay destinos más amigables con la mujer que otros, donde se nos respeta más, y donde podemos movernos con más libertad. Aún así, habiendo pasado por el miedo que pasé en Delhi, volvería a hacerlo. Porque más allá del destino, creo que sí influye el nivel de madurez de cada persona, y cómo nos aproximamos al viaje y a otras culturas.
Creo que ese dicho que dice “de donde fueres, haz lo que vieres”, es fundamental cuando se está viajando, porque es parte del respeto por los lugares que visitamos, y por sus códigos y costumbres.
Para mí también fue importante darme otra oportunidad con la India, y no quedarme con una mala experiencia solamente. Empecé a recorrer sus templos, y ese lado más amigable también de este país, y fue maravilloso. Te das cuenta de la historia de ese lugar, que no tiene nada que ver con lo que estaba pasando en ese momento, sino con reyes, palacios.. Por eso creo que es tan importante darle una segunda oportunidad a un lugar. Y creo que con las personas nos pasa lo mismo, a veces juzgamos precipitadamente, sin darnos el tiempo de conocer la historia de cada persona, y viajar nos empuja a conocer esas historias, que pueden ser distintas a la nuestra, pero creo que siempre podemos aprender de otras experiencias.
Sobre esto último, ¿qué has aprendido de tus viajes, sobre todo de tus experiencias viajando sola? Y ¿por qué le recomendarías a otras mujeres animarse a viajar?
— Hace poco viajé a Galápagos sola, y me impresionó la cantidad de mujeres power y exitosas que conocí ahí. Buceé con con una mujer que trabajaba en la OMS (Organización Mundial de la Salud), y que se había bancado toda la pandemia. Totalmente admirable. Después conocí a una mujer ya mayor, Liz. Me fui hablando con ella en un barco, y me contaba que su mamá tenía demencia senil, y que cuando le preguntaba qué día era hoy, Liz siempre le respondía lo mismo: sábado, porque es el mejor día de la semana, y para qué le voy a decir otra cosa… Y en este tipo de encuentros o cruces con personas de otros países o backgrounds, no importa tanto cómo estoy vestida, si estoy casada o no, o mi trabajo. Lo que importa es conocer otras historias, o compartir formas de ver la vida.
Y ¿por qué le recomendaría a otras mujeres viajar? Porque te abre la mente, y eso tiene correlación con el poder ser más tolerante, porque aceptas más y te vuelves más empático. Por eso creo que viajar nos puede ayudar a desarrollar una serie de valores positivos para nuestras vidas.
Viajar sola, en mi caso, fue una forma de descubrir un lado mío que no conocía, que era un lado más sociable, o donde no me importaba cómo estaba vestida. Salgo matada en las fotos, pero no importa, porque lo estaba pasando bien. Y eso es muy rico, sentirte absolutamente libre, porque ya no te importa lo que piensen otras personas de ti.